Si le preguntamos a un niño si conoce a la mujer representada en la Mona Lisa, probablemente responda que es la Virgen. Esta confusión proviene de la fama de la pintura y la notoriedad de la Virgen. Comparten un registro que para aquellos que no conocen la diferencia lo suficiente, conduce a la identificación de la imagen más famosa del mundo con la mujer más importante de toda la historia.

Cuando un pintor es llamado para representar a la Virgen, conoce la dificultad en la que está experimentando y lo hace con los grandes maestros del pasado, que lo juzgan. Debe conocer el pasado y ciertos códigos de comunicación, que son bastante rígidos en términos de arte cristiano.

¿Recordamos un cuadro con un solo sujeto representando a la Virgen? Si miramos de cerca, Nuestra Señora se convierte en protagonista junto con la Sagrada Familia o con el pequeño Jesús. Los cuadros que representan a la Virgen con el Niño son un clásico de la pintura antigua que se repite en nuestros hogares como un signo de devoción.

Encontramos algunos estereotipos intactos desde el comienzo de la pintura del Arte Sagrado. Por convención, el color azul identifica el origen divino de un sujeto, mientras que el rojo indica que el sujeto es terrenal. Este detalle en las pinturas que representan las mezclas de Virgen con el nino  y la Virgen María se puede adornar con un velo azul y una túnica roja.
Los códigos de comunicación además de transmitir mensajes precisos están grabados en nuestra mente y hacen que un tema sea reconocible. En el arte cristiano, los colores, las posturas como los ojos hacia el cielo, todos indican el tema de la adoración hacia el Señor y por esta razón, el devoto elige el tema que más lo refiere a su esfera religiosa íntima.

La sensación que encontramos en un cuadro con la Virgen y el Niño

Sin necesidad de ver una de estas pinturas, puedes imaginar a la Virgen con el pequeño Jesús en sus brazos, sus ojos llenos de compasión

y amor materno, la figura parece un huevo perfectamente insertado en un rectángulo. Esta es la visión que tenemos de este tipo de cuadros,
ya sean devotos o no, no podemos dejar de reconocer el sentimiento expresado allí.

La madre vive en simbiosis con su hijo, lo protege, lo cuida y lo hace consigo misma. Es su destino tan poderoso como para ser considerado
la esencia de la vida. El niño inocente siente su guía y recurre a ella para vivir. La madre le da a su hijo todos los días de la vida, hasta
que pueda mantenerse por sí misma.

Es el poder del amor que se representa en un cuadro con la Virgen y el Niño Jesús, lo que sabemos porque somos niños y que vivimos cuando  somos padres. El sentido de compasión de la Virgen representa a nuestra madre, que tiene la misma compasión que brilla a través de los ojos  de su hijo. La habilidad del artista es repetir la emoción de un gesto compasivo que es más el resultado de la intimidad de los
sentimientos que de un movimiento real de la cara.



¿Por qué una casa necesita una representación de la Virgen con el Niño?

Es normal ingresar a una iglesia y ver cuadros con representaciones sagradas, las casas de nuestros padres y abuelos llevando el signo del cristianismo en las paredes, en primer lugar, el crucifijo. Hoy el sentimiento de fe se ha vuelto íntimo y se está tocando el límite de la privacidad.

El mundo que nos rodea está lleno de dificultades, los peligros y la pena nos acompañan convirtiéndose en alegría cada vez que logramos superar la dureza de la vida. ¿Qué necesitamos todos los días para seguir adelante? ¿Y qué pueden hacer las pinturas con representaciones de la Virgen y el Niño para nosotros? Pueden darnos alivio, el alivio que se obtiene al expresar la Esperanza que depositamos en la Virgen para que el mundo que nos rodea sea más justo y bueno. Y como cuando somos niños, recurrimos a usted para que nos tranquilice.

Es la figura que nos consuela, nos permite expresar la parte de nosotros que está anclada en el sentimiento de la vida.
La imagen es más que un elemento decorativo, pertenece a nuestro hogar como elemento constitutivo y tiene en común con él
el sentimiento de refugio, de salvación.

¿Cuántas funciones jugamos todos los días? Mientras más crecemos, más creemos que tenemos que expresar certezas, una madurez que se confunde con la serenidad. Es la sociedad la que ha impuesto estos cánones, el adulto como tal es un ser superior y no tiene miedo, debe buscar el éxito y la riqueza. Los valores se han movido en el siglo pasado hacia la competencia, la sensación de velocidad. Por esta razón, los cuadros  de arte sacro no se consideran modernos, y se cree que tenerlas en casa no da una imagen de moda.

Somos adultos cuando entendemos que todo esto no es un valor sino casi una imposición. Sentimos la necesidad de escapar de los estereotipos en los que el ser humano se ve privado de su humanidad. Pero la realidad no es la apariencia y tener una imagen que representa el amor por excelencia es tan útil como el agua para los sedientos. Nos recuerda quiénes somos y lo que realmente importa.

Nuestro hogar no es solo un refugio para embellecer siguiendo las tendencias de moda, sino un lugar donde el refresco se relaciona con el cuerpo y la mente, y donde nos sentimos libres de expresar la personalidad también espiritual.

El tema de la Virgen con el Niño es el más adecuado para llenar nuestro hogar, al igual que el sentimiento de amor en los momentos
más importantes que hemos vivido y que estamos esperando para vivir para el futuro.

Nuestro gusto personal no debe faltar en la elección de una pintura de arte sacro, lo que importa es la naturaleza de la elección
y el lugar donde se colocará la pintura. La cercanía de la madre en el momento del descanso es un instinto, nos sentimos más cuidados
cuando dormimos, como si alguien nos estuviera cuidando cuando somos más vulnerables. Esta es la razón por la que usualmente elegimos el
dormitorio para tener a la madre Virgen cerca






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